Carlos Pezoa Veliz
viernes, 13 de agosto de 2010
así van las votaciones
EDUARDO BERRÍOS 32 (1%)
BALDOMERO LILLO 124 (4%)
MANUEL ROJAS 73 (2%)
GONZALO ROJAS 786 (25%)
VICENTE HUIDOBRO 26 (0%)
OSCAR CASTRO 55 (1%)
ENRIQUE LIHN 1001 (32%)
NICANOR PARRA 102 (3%)
MARÍA LUISA BOMBAL 350 (11%)
POLI DÉLANO 104 (3%)
ALEJANDRO SIEVEKING 43 (1%)
JOSÉ LUIS ROSASCO 43 (1%)
CARLOS PEZOA 101 (3%)
MIGUEL ÁNGEL CRUCHAGA 161 (5%)
AUGUSTO D' HALMAR 18 (0%)
¡no dejen que nos ganen!
martes, 3 de agosto de 2010
El Perro Vagabundo
ansias roe y escarba la basura;
a pesar de sus años juveniles,
despide cierto olor a sepultura.
Cruza siguiendo interminables viajes
los paseos, las plazas y las ferias;
cruza como una sombra los parajes,
recitando un poema de miserias.
Es una larga historia de perezas,
días sin pan y noches sin guarida.
Hay aglomeraciones de tristezas
en sus ojos vidriosos y sin vida.
Y otra visión al pobre no se ofrece
que la que suelen ver sus ojos zarcos;
la estrella compasiva que aparece
en la luz miserable de los charcos.
Cuando a roer mendrugos corrompidos
asoma su miseria, por las casas,
escapa con sus lúgubres aullidos
entre una doble fila de amenazas.
Allá va. Lleva encima algo de abyecto.
Le persigue de insectos un enjambre,
y va su pobre y repugnante aspecto
cantando triste la canción del hambre.
Es frase de dolor. Es una queja
lanzada ha tiempo, pero ya perdida;
es un día de otoño que se aleja
entre la primavera de la vida.
Lleva en su mal la pesadez del plomo.
Nunca la caridad le fue propicia;
no ha sentido jamás sobre su lomo
la suave sensación de una caricia.
Mustio y cansado, sin saber su anhelo,
suele cortar el impensado viaje
y huir despavorido cuando al suelo
caen las hojas secas del ramaje.
Cerca de los lugares donde hay fiestas
suele robar un hueso a otros lebreles,
y gruñir sordamente una protesta
cuando pasa un bull-dog con cascabeles.
En las calles que cruza a paso lento,
buscan sus ojos sin fulgor ni brillo
el rastro de un mendigo macilento
a quien piensa servir de lazarillo.
Tarde en el hospital
Sobre el campo el agua mustia,
Cae fina.gracíl.leve;
Con el agua cae angustia
LLueve
Y pues solo en amplia pieza,
Yazgo en cama,yazgo enfermo,
Para espantar la tristza,
Duermo
Pero el agua ha lloriqueado
Junto a mi,cansada,leve;
Despierto sobresaltado;
llueve
Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso,
mientras con el agua mustia;
pienso
informacion
Carlos Pezoa Véliz. (*Santiago de Chile el 21 de julio de 1879. †id. 21 de abril de 1908), poeta y periodista autodidacto.
[editar] Biografía
Carlos Pezoa Veliz nació un 21 de julio de 1879. Fue hijo ilegítimo de un inmigrante español de apellido Moyano y una costurera llamada Elvira Jaña. De muy temprana edad fue adoptado por José María Pezoa y doña Emerencia Véliz, un matrimonio de edad madura sin hijos. También se hizo llamar Juan Mauro Bio-Bio.
Aunque no llegó a publicar nunca un libro, colaboró con sus poemas en distintos diarios.
Fue alumno del Liceo San Agustín y del Instituto Superior de Comercio, pero por tener que enrolarse en la Guardia Nacional, debido a los conflictos limítrofes existentes con Argentina, abandonó sus estudios en 1898.
Comenzo escribiendo en La Lira Popular, donde compartió el oficio con otros poetas y payadores populares.
Su reconocimiento como poeta lo logra en el Ateneo Obrero de Santiago el 6 de Agosto de 1899, donde leyó por primera vez "Hijo del pueblo" y "Libertaria". Fue el primer secretario del modesto Ateneo anarquista.
En Santiago publica en diarios, tabloides y revistas como El Obrero, La Ley y La Campaña.
En 1902 se mudó a Valparaíso, donde colaboró con el diario La Voz del Pueblo, y posteriormente con La Comedia Humana, de Viña del Mar.
En 1904 publica sus poemas más conocidos: "El Pintor Pereza" en Chile Ilustrado y "Nada" en La Lira Chilena.
Como reportero sus trabajos más célebres, publicados en el diario La Voz del Pueblo, son un conjunto de artículos y reportajes sobre la región del salitre (1905) y el recientemente descubierto sobre el fusilamiento de Dubois, publicado en el Chileno de valparaiso en 1907.
A raíz del terremoto que sacudió a Valparaíso el 16 de agosto de 1906, Pezoa Véliz resultó severamente herido al quedar atrapado en un derrumbe de las paredes de la pensión donde residía, en la calle Viana en Viña del Mar. Es internado en el Hospital Alemán de Valparaíso con sus dos piernas destrozadas; posteriormente, después de una larga y dolorosa convalecencia, es traladado a Santiago e ingresado al Hospital San Vicente de Paul, hoy hospital clínico de la Universidad de Chile, donde se le diagnostica tuberculosis al peritoneo, enfermedad de la que morirá, el 21 de abril de 1908, con apenas 28 años. De su estancia en la enfermedad conocemos su poema "Tarde en el Hospital", publicado en 1907.
Su obra se mantuvo inédita hasta después de su muerte, conociéndose aún muy poco de su obra, especialmente de aquella popular y social.
Al día siguiente al de su muerte un redactor del conservador Diario Ilustrado escribió: "Hoy sus íntimos llevarán su cadáver al cementerio. Mañana nadie se acordará de él".